lunes, 15 de febrero de 2016

De mi puño y sangre, digamos...

¿Si todos los caminos conducen a Roma...?
Roma...
La primera vez que leí esa frase pensé en cual seria mi tan destructiva y llamativa Roma. Aquella de la que me costaría salir pero no podría evitar volver a entrar cada vez que logro huir de ella.
Bueno, ya se cual es mi "Roma". 
Me duele saber cual es. Me duele haber creído que podía usar la escritura como ancla para alejarme de Roma, pero eso no evito que volviera por mi. Me duele pensar que en su momento me creí sana, dulce, brillante, para ahora verme tan demacrada, dolida, golpeada.
Me duele Roma.
Me duele todo lo que luche intentando salir de ella para luego volver a entrar. Me duelen todos los placebos que utilice para distraerme de mi amada, me duele la carne, siento como el dolor se disipa de mi interior para llenar también mi cuerpo, todo el ardor se extiende, me duele la espalda, la cabeza, las piernas. Roma me consume, me distrae y la amo tanto que ni siquiera tengo la suficiente fuerza como para intentar volver a salir.
¿Cuantas veces mas voy a salir para luego volver a entrar?
Roma era mi amante, la escondida que visitaba cada día de mi vida, la que amaba de noche y a oscuras en la soledad de mi habitación. No ha cambiado mucho del presente. Roma es mi sombra. Es la ironía de decir "soy una persona libre", una mentira que me invento porque yo llevo mi jaula a todos lados, y eso no me hace exactamente libre. Miento sobre Roma cuando
 hablo de ella, me duele esconder su verdadera identidad llamándola "Roma", pero es que sin ella todo es mas difícil.
 ¿Has sentido el dolor de dormirte llorando sin recordar como lograste hacerlo? Es uno de los peores sentimientos que llevo conmigo. Y Roma es todo lo que necesito en esos momentos.
Pero ella es peligrosa, es voraz y terriblemente despiadada.
Oh, si tan solo un abrazo pudiera suplir la valentía que me otorga mi amada Roma, si tan solo fuera todo tan sencillo. Si hablar de Roma no costara tanto, yo hablaría, diría todo lo que pueda sobre ella, le contaría al mundo quien es, que me ha hecho y como he sobrevivido a ella tantas veces. Si tan solo supiera que alguien al escucharme me entendería con todo su corazón sin juzgarme ni en pensamientos, yo hablaría de Roma.
Pero Roma es la sombra en la que nadie quiere meterse, hasta que una niña es herida y decide que Roma sera su hogar para siempre, Roma es el tabú que nadie quiere nombrar, llegar a ella es proporcional a la cantidad de pesadillas que he tenido en la semana...
Roma es sin duda alguna, la única forma que tengo de aferrarme a la vida. Aunque Roma atente contra la mía.

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Al mundo le cuesta hablar sobre la autoflagelacion, esconden su nombre en canciones, versos, en frases hechas. No hay una edad para comenzar o una edad para terminar de hacerlo, tampoco hay un sexo que lo haga mas que el otro. La autoflagelacion es algo de lo que nadie nunca habla pero que ocurre muy a menudo. Yo comencé a escribir este "poema" cuando sentí un dolor punzando en mi pecho y las lagrimas comenzaron a agolparse en mis ojos. Es un dolor que hasta podría olerlo a kilómetros si no proviniera de mi, lo conozco desde que tengo uso de razón, siempre es un dolor que aplasta dejando cerrado el pecho,
sensación de nauseas y innumerables lagrimas. Se como pararlo, pero no deseo hacerlo. La autoflagelacion era mi primer camino elegido, mi Roma, la solución que conseguí a mi dolor. Aunque con algo de orgullo y vergüenza hoy puedo decir que lo tengo controlado, hace años que no lo practico a diario, aunque un par de meses atrás volví a por el solo porque no pude aguantar mi ansiedad ante un hecho que no viene al caso, hacia de todo para no hacerlo, incluso terminaba buscando a alguien que me consolara para no terminar sola llorando en mi habitación y sintiendo el latir proveniente de mi brazo, mirando las marcas que yo 
misma me había hecho, hipnotizada.
Hoy no es un día de esos.
Este "poema" no es mas que un efecto placebo que arme. Escribiendo como si lo hubiese hecho y después escrito... pero realmente no lo hice, solo escribí simulando que me había cortado otra vez.
Algo de mis punzadas fueron desapareciendo, me queda la ansiedad de la verdad, mi cuerpo sabe que realmente no lo hice y me tiene pendiendo de un hilo, pero este efecto placebo termino con las pocas punzadas que quedaban y con las lagrimas.
Esta funcionando y yo...
me siento esperanzada.



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