domingo, 21 de febrero de 2016

Que me vio.

No recuerdo cuando,
ni donde,
pero un día ardieron en llamas miles de razones.
Los días pasaban largos,
y cuando terminaban,
otros empezaban
y jamas pude darme cuenta del final y el comienzo de estos.
La voz de aquellos que pedían explicaciones
resonaban en mis odios,
los escucho entre lamentos:
"Culpa suya" dicen,
y desearía haber muerto.

Quizás por ignorancia,
arrogancia o egoísmo,
pero nada puede justificar sus miradas de lastima,
sus palabras hirientes,
sus falsas caras largas.
A quien le importa.
"La niña de las mejillas rojas
por fin ha crecido" decían, y temblé, 
me quede paralizada
al otro lado de la puerta,
esperando que alguien me dijera
que todo iba a estar bien en mi.  

¿Quien lo diría?
Muchos dicen frases como
"los niños son crueles"
pero los grandes...
al fin y al cabo
los niños hemos aprendido de ellos.

"A quien le importa", me repito,
muestro mi mejor sonrisa
y cierro la puerta de mi habitación.
No hay nada peor que saber
que estas solo entre muchos
y que esos muchos
saben sonreír muy bien, 
brillan, destilan simpatía
y después te regalan miradas llenas de lastima
para luego decir cosas como
"se le pasara",
"a veces los niños mienten".

"Si querían pruebas acá las tienen"
dije en susurros.
Ellos lo pidieron a gritos.
Ellos desearon todas y cada una
de las marcas que me hice la noche que dije que
prefería morir
antes que crecer para ser una de ellos.


"¿Que me vio?" Me pregunto mientras miro una foto vieja,
quizás no vio nada, quizás solo lo que paso
era que yo estaba ahí, y otra niña no,
y eso me alegra y no. 



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