Ella me miro extrañada y me pregunto porque sonreía, no entendí su desconcierto y le explique que para mi, decir que es como el Sol era un halago. Su ceño se frunció pero no de enojo, sino con lastima y dijo con una voz monótona "¿Acaso el Sol no te encandila?"
En ese momento pensé en aquella frase del capitulo 7 del libro Rayuela, Cortazar escribió hablando de los besos:
"Y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultaneo del aliento,
esa instantánea muerte es bella."
Mi cabeza negó, intentando anular todo lo que acababa de decir, pero quería decirle que si, que tenia miedo pero no entendía exactamente a que, sabia a que cosas no le temía, entonces... ¿A que si?Ella pronuncio una pregunta difícil de responder.
Desperté.
Y esa respuesta se quedo congelada en mi garganta, allí donde el Sol no puede llegar.
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