lunes, 7 de septiembre de 2015

La extrema belleza de aquello que solo dura lo que dura un sueño.

Como un cristal. Así era yo. Anda, tócame, pero corres el riesgo de partirme en trozos, y quizá, te lastimes con mi filo. Así era yo. Y aunque era bastante frágil, me resbalaba fácilmente de las manos de los demás, cayendo y rompiendo mi cuerpo repartiéndolo en miles de pedacitos que brillaban y podían herir al mínimo tacto. Así era yo.
Y tus manos quitaron mi filo, me volvieron a armar pedacito por pedacito y aun así, aun teniendo posibilidades de salir herido, confiaste en mi nuevo corazón y me abrazaste fuerte. Supe en ese instante que mi destino no era herir a cualquiera que viniera a tratar de quererme o ser lastimada hasta la eternidad. Yo quería un amor bueno, alguien que entendiera todo lo que me pasaba con solo mirarme a los ojos. Alguien que se animara a lijar mis filos y re-armara mi ser.
Eras todo lo que necesitaba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario