viernes, 4 de noviembre de 2016

Lo hice a conciencia:

Y me duele tanto. 
Pero ayer todo el dolor me volvió al cuerpo de un golpe seco.

¿Bañarme? Lo hacia seis veces por día minimamente. No me acercaba a nada que pudiera hacerme sentir ardor en la piel así que el procedimiento era abrir el grifo del agua fría, entrar sin pensar, sostener el jabón y pasarlo principalmente por mi plano pecho tantas veces como quisiera, frotaba y frotaba hasta que comenzaba a dolerme hacerlo, paraba unos segundos, lagrimas, jabón de nuevo. Diez años y un trauma.
El espejo me devolvía una mirada donde no me encontraba, miraba profundamente dentro de mi y nada. Solo silencio y un secreto que no superaba a mi familia cercana, nadie mas lo supo, nadie mas pregunto. Me hicieron sentir que era algo que tenia que ocultar, ni siquiera ellos intentaron hablarme de eso, nunca paso.
La noche y los demonios volvían, me tapaba la cara con la sabana espantada por si él aparecía. De su casa solo me separaba su patio, la enredadera, mi patio, y después la ventana de mi habitación. Imaginaba guerreros y héroes en mi patio, esperando a verlo intentar venir a buscarme para destruirlo, destapaba mi cara y mi valentía, miraba hacia la ventana con el corazón pendiendo de un hilo sucio y no lo veía. ¿Pero quien dormía tranquilo en su cama? Él. Mi mayor miedo era que atravesara mi ventana una noche y me sacara de mi casa, que se acerque a mi de nuevo. Pero nunca mas lo hizo y aunque a veces me observaba desde la comodidad de su patio, nunca vino a buscarme a mi habitación.
Pero yo lo sentía venir todas las noches. Cualquier pequeño e ínfimo ruido era él acercándose a mi ventana, cualquier sombra era su cuerpo. Intente por tanto tiempo olvidarme de sus manos de hojalata apretando mi corazón que hice todo lo que estaba en mi alcance, aguante el dolor, lo deje ir, sangre por dentro, sangre por fuera, tire piedras a su techo, me resguarde bajo las sabanas durante años, lo miraba con desafió cuando lo cruzaba y otras veces iba caminando con la mirada al suelo por la vereda del frente  y en el refilon de su mirada sentía una punzada que me hacia empezar a correr lo mas rápido que podía, me imagine perdonándolo por todo y también, me imagine matándolo.
Nada sano.
Todo sigue igual de roto.
Esta vez fue a conciencia, te recordé, te hice honor y me deshice en un ovillo de dolor sobre mi cama. "Mañana sera otro día" pensaba. Pero ¿mañana cuando? Si solo sigo volviendo al ayer y no se como dejar de ser una niña asustada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario