miércoles, 3 de septiembre de 2014

Siempre hice lo que pude para no salir herida, pero el amor siempre fue mi debilidad, mi deseo y el verdugo destinado a mi vida; y si tus manos quebradas de pena me rozan la espalda, yo no se realmente que sera de mi corazón despistado, despiadado, que prefiere el roce de tus rotos y cálidos labios a un algodón suave, un colchón de amores tibios, a la caricia inerte de alguien que por dentro me odia y dice quererme. Aunque duerma desprotegida bajo el puente del amor... tu mirada sincera, tu mano grande y suave, tu ser de lata, sal y azúcar (así como el mio) ¡Que amor mas real! Que felicidad perdida me sorprende entre la inquietud de tus dedos que no saben si tocar o no la yema de los míos. Aunque salga herida de un millón de formas distintas, no voy a decidir que te amare incondicionalmente aunque me hielas, aunque me hieras; decido creer en tus besos desprolijos y suaves, en tus manos temblorosas y colmadas de amor, en tus palabras que piden dejar de soñar a gritos y hacer aquellos sueños reales. Y que belleza tu sonrisa, gigante como el sol. No quiero salir herida... pero ¿Como no desear quemarme en esa boca? Yo te amo, quizás porque ya estoy cansada de mentirme, quizás porque las aves solo cantan tu nombre, quizás porque la noche solo se vuelve una galaxia llena de estrellas brillantes cuando miro tus ojos...


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