martes, 10 de marzo de 2015

Otra noche sin dormir.

Lo oculto como puedo, pero siempre escribo sobre lo mismo, sobre las caras. Esas que bailan frente a mis ojos y yo me paralizo del susto y el sentimiento de remordimiento que me carcome. Y de nuevo en la mesa de luz, en la mesa donde dibujo, dentro del ropero, detras de la ventana y como era de esperarse asomandose por la puerta. Por eso mis noches son terribles, por eso solo creo que no tengo una cura, que no existe. 
Yo no puedo parar estos pensamientos, donde inclusive una simple foto de alguien se distorsiona en mi cabeza y me la imagino grotesca, oscura y hace que mi piel se erice. Son gritos. Los míos. Me aterra y trato de no pensar pero acá estoy, escribiendo de esto y haciendo un esfuerzo vano por no llorar, por no llamarlo para decirle que tengo miedo y que nunca crecí, que siempre fue una niña sola incluso de la mano de alguien, que nunca supe convivir conmigo misma y que necesito fervientemente arrancarme estas caras de la cabeza...
Ah, en el fondo, muy atrás de todas estas caras, esta la tuya pero nunca la veo porque mi cabeza seleccione las mas horribles por sobre la tuya. Creo que entiendo, que no necesito escribirlo aclarándolo porque ya lo acabo de afirmar, tu cara amigable, real, sin rasgos grotescos... es la peor cara de todas. 


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