miércoles, 16 de diciembre de 2015

Rostros que gritan.

Voy a pintar porque no queda nada mas que imaginar, solo propuestas que el 
alma no quiere responder, solo vientos de tormenta que no me dejan dormir. 
No quedo nada mas que silencios. O no. Tal vez lo que hace que siga despierta es 
todo el ruido que genera mi cabeza. 
Voy a pintar porque es todo lo que puedo hacer ahora, no puedo leer, no puedo 
escribir, no puedo pensar. Aun tengo mis manos, tiemblan un poco pero el pincel
y el color verde lima del acrílico las calma, el sonido de la música comienza a 
llegarme cada vez mas, es una canción que conozco pero no recuerdo la letra,
solo la tarareo despacio, no quiero que ningún ruido provenga de mi cuerpo
porque el reencuentro me asusta, pero aun así termino olvidando este miedo
irracional y empiezo a cantarla. Duele un poco al inicio, pero comienzo a perder 
la inestabilidad con la que comencé a escribir.
Estoy empezando a sentir lo que hago, lo que escucho, lo que estoy cantando.
Las lagrimas se amontonan pero no las dejo salir, no valen nada, son solo
lagrimas de defensa, lagrimas que salieron porque mi cuerpo se siente adolorido
pero no es nada de lo que preocuparme. 
Todo el tiempo estuve tratando de pintar una cara. 
¿Quien es? Mi cuerpo tiembla con la pregunta pero no puedo responderla, solo
puedo decir con exactitud que simplemente es una cara.
¿Que cara? Eso ya no importa, en realidad, nada sobre este dibujo importa. Lo 
único importante es que no dibuje ninguna cara conocida, viene todo de mi mente,
por eso es la peor cara de todas. 
Porque salio de mi.
Porque salio de mis sentimientos.
Y porque no quiero volver a verla nunca mas. 
Porque acaba de cambiar.
Porque no es la cara que yo quería dibujar.
Y porque me mira con ojos que ya he visto antes en alguna cara conocida. 
Pero la verdad es que...
ya no quiero volver a pintarla. 


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