La sensación de tener un suelo donde pisar desapareció. ¿No siento mis piernas o no siento el suelo? Estaba desprotegida, lo sabia. Mis piernas se disolvían bajo mis caderas, los ojos apretados casi suplicando. Que pare, pensaba, pero no sabia que debía parar exactamente.
¿Soy yo o es mi mente? Me quede sentada porque el miedo de sentir el vació era muy real, mas allá de que ahora dudaba de la realidad, pero esa sensación de poder perderme estaba ahí, me inquietaba y me pedía ayuda pero me quede sentada, paralizada. Mi cabeza se fue, lejos, retrocedió años, muchos, y recordé que no era la primera vez que mi cuerpo se desconectaba así de mi. ¿Fue por pensar demasiado? Había olvidado lo que se sentía tener el peso de un Universo que no te pertenece sobre tu pecho, ahogándote. Dicen que no recordamos, sino que revivimos el momento pasado. ¿Seré ahora esa niña de diez años? ¿La de trece? ¿La de tres años? ¿O soy todas y la historia solo se sigue repitiendo? Me gustaría decirles que dejaran de volver a mi cabeza, yo ya no puedo ayudarlas.
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