martes, 12 de agosto de 2014

Conocedor de caminos



No estaba ahí como tuya, yo solía ser de nadie, del duro suelo y sucia tierra, de húmedos pastos y recortes de sonrisas, de mentiras que merecían lo que las verdades no tenían, de caras rotas masticando y gruñendo. Y vos estabas acá, reclamándome como de tu propiedad y yo ya había olvidado la ultima vez que alguien me había dicho que era suya. Había olvidado los besos locos y desenfrenados que no saben hacia donde ir, la suavidad de los momentos en los que crees que todo va lento, calmo, despacio, casi apropósito para que uno pueda apreciarlos y darse cuenta antes de que termine de que ese momento es importante, como cuando reís y me enamoro de tu sonrisa, o cuando te olvidas de mi, distrayéndote, y sos puramente vos pero ante mi, ante mis ojos que te observan impecable y no saben calmar mis manos que quieren acercarse a vos y abrazarte, unirse entre ellas sobre la calidez de tu espalda.
Y ya no se que hacer cuando sos vos el que me abraza, porque me vuelvo un erizo y algo dentro de mi se mueve fuerte queriendo salir, un beso, dos, tres...
y ya es imposible que no acepte que quiero ser tuya. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario