miércoles, 1 de octubre de 2014

Una frágil historia.

El había salido desde abajo de los escombros, había aprendido mucho a lo largo de su vida, desde decepciones hasta como saber cuando una situación se iba a salir de control tarde o temprano. 
En aquellos días donde el no era parte de mi lo veía como una persona a la que nada le faltaba ya que siempre sonreía y nos hacia reír a todos, a veces creía ver un abismo asomándose justo en el centro de ambos ojos, pero aparecía su risa incansable y me olvidaba del asunto; pero sobre todo me daba curiosidad porque no lo conocía y a la vez formaba parte de la mayoría de mis días. 
¿Es tan feliz como muestra?

Yo he pasado mas del cincuenta por ciento de mi vida en los rincones y siempre por razones distintas, por defensa propia, para que no me vean llegar y no me noten o simplemente por costumbre.
Hubo un momento, en el que el contacto físico me resultaba imposible, me hacia llorar y desconfiar del mundo que me rodeaba, inclusive de las personas que solo querían verme feliz. 
Yo me había quebrado. 
Luego de algunos años pude finalmente ser parte de algo, de alguien... e hice amigos a lo largo de estos años y comprendí que nadie podía hacerme completamente feliz y que las personas que nunca se habían quebrado como yo nunca iban a entenderme, solo dirían cosas como: "Eso debe sentirse mal"... 

Y un día hablamos por primera vez, ya no como alguien que siempre había estado ahí cerca, si no como una persona nueva que realmente no conocía. 
Yo no entendía porque de pronto le tenia tanta confianza, como si fuésemos los mejores amigos de siempre; sentí que podría contarle cualquier cosa, sea la que sea. Y eso hice. Le conté cosas que no había soñado con contárselas a alguien, y menos a el, el nuevo desconocido. Estaba serio y me hablaba con dulzura, contándome que el también estaba roto, yo solo sentía que podría quedarme con el toda una eternidad.

También hubo otra vez en la que nos encontramos y ya soñaba despierta con besarlo y dejar que me abrazara como siempre hacia, de sostenerlo aun por mas tiempo. Mi cuerpo se evaporo con ese abrazo que creía eterno, con esos besos que trataron y no pudieron, manos que temblaban al tocar uno de mis pelos, olor a vos a mi y a amores lejanos, de esos que solo escuchas el eco. 
Pero vos nunca fuiste un eco.

Siempre fuiste para mi un ser inalcanzable. 
Aquel sueño del que despierto y solo quiero volver a dormirme.
El sonido de un millón de gorriones que cantan tu nombre.
El fuego que quema lento y no deja cicatriz.
La ola que arrasa con todos mis pensamientos, llevándote lejos. 
El beso que sana cada grieta.
El llanto de unos ojos felices que solo desean vivir en tus manos. 


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