sábado, 5 de abril de 2014

Sábado de lluvia.

Suele ser de otra forma, hacerme acordar al mar y el agua y la espuma, ese sonido de las olas cuando rompieron contra la madera y podía mirarlas desde arriba, creyendo que aquello había sido sacado de algún sueño lejano un Sábado de lluvia, un Sábado de lluvia como hoy.
Recordé Pinamar, volví a ella y me imagine sola otra vez sobre aquel lugar que sostenía mi cuerpo aunque yo me sentía flotar, como un despego de la tierra hacia la mente y que llena tanto de todo tipo de sentimientos que te sientes lleno y feliz, pero no como ese lleno que molesta y comienza a faltar el aire, ese lleno que te deja con ganas de quedarte ahí para siempre.
Fue lindo volver al mar, escucharlo de nuevo, sentir ese frió que recorre los huesos y ver las olas rompiendo y chocando, jugando... 
Gritaba el alma de momento porque no creía soportar mirarlo un segundo mas, no sin antes escribir algo aunque sea en mi cabeza para recordarlo, escribiendo donde sea es lo que hace que recuerde todo mejor, con mas nitidez. Y me enorgullezco de haberlo hecho.
Ahora mismo acostada en mi cama y escuchando la lluvia y como rompe con mi ventana para quebrar en pedazos pequeños me acorde de aquella tarde de Invierno cuando conocí el mar. No volví a el, pero prometí hacerlo algún día cuando ya no tenga historias para inventarme o algo sobre que escribir, cuando el amor ya no me alcance y quiera viajar de nuevo hacia aquel lugar... y me siento feliz de encontrarte en el mar, de que seas el mar, de que me recuerdes al mar. 
Porque el mar de noche me hace sentir en casa.

Y así también me dan ganas de ser el mar con vos.




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