domingo, 23 de agosto de 2015

Buenas noches, señorita...

Palpitaciones, ruido, sudor frió:
"¡Es el miedo!", advertí. 
Cerré puertas, ventanas y recuerdos. 
Corrí a mi habitación y tape mi cara con la sabana. 

Pero no fue suficiente. 

La paranoia de encontrarte 
a veces es tan grande
que imagino que sin tocar la puerta
la rompes.

Imagino que sin hacer ruido
llegas a mi puerta,
paseándote,
por los pasillos de mi casa.

Imagino que, 
sin yo advertirlo,
te encuentras en mi habitación
y me miras desde un lado de mi cama.

Imagino que logro dormirme
sin darme cuenta nunca
que te tengo a centímetros
de mi cuerpo.

Entonces, 
después de imaginarme mi situación,
saco la sabana de mi cara,
y miro la habitación con los ojos llenos de nada.

Y no te encuentro. 
Aunque tampoco me atrevo a buscarte tanto
solo por el miedo de que realmente estés
(aunque desde el principio se que no)

Es solo un simple juego. 
Mi juego.
Nuestro juego.
Aquel con el que nos divertimos ese día.
Yo ahora juego sola
a que existes
a que me encuentras
a que me rompes de nuevo.

Pero no.
Quizás sea la costumbre a vivir destrozada 
y llenarme de telarañas, 
porque no logro acostumbrarme a tu ausencia.
(aunque hayan pasado años)

Te olvidare.
Apagare la luz.
Me quedare destapada.
Y dormiré sin pensarte.

Esta noche 
se lo que quiero.
Esta noche...
¡Yo no juego!




No hay comentarios:

Publicar un comentario