miércoles, 19 de agosto de 2015

Una infinidad de estrellas caídas.

Ella era una niña de rizos, risas y una mirada que endulzaba el corazón de su familia. Pero el veneno que el mundo irradia era suficiente como para alcanzarla y de una zancada tensar su cuerpo. 
Sus ojos se cerraron con mucha fuerza en un intento inocente de pensar que si no veía lo que estaba pasando entonces no le dolería tanto. Pero solo estaba engañándose a si misma. 
Sus rizos se estiraron, opacos, lacios. Su risa se transformo, no podía recordar cual era así que simplemente eligió otra y se olvido de la real, de aquella risa que contagiaba. Su mirada estaba perdida en el suelo todo el tiempo, era esa clase de niñas que preferían estar solas a mirar el Sol. 
Y un día comenzó a escribir poesías, para sanarse un poco el corazón, pero ya era demasiado tarde.
Ella había aprendido hace varios años a escribirse poesías en su propia piel, en su propia carne desafiando así su cordura, su amor propio, mutilando las esperanzas de vencer todas sus pesadillas. 
Vaya... ¿Por que me siento tan atrapada? ¿Sera que tus dedos jamas se desprendieron de mi piel?
¿Cuando podre dejar de sentirme así? 
Hasta cuando... cuanto mas...


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