Por favor.
Que duela, que arda, que lluevas.
Porque las noches nunca se han preguntado por vos.
Porque ya sabían porque cesaron los cuentos.
Y se imaginaban siempre en mis ojos aquella luz que empaña vidrios
y grita un poco cada vez que nos enroscamos.
Llanto aterciopelado y música armoniosa, me recuerdan tus pases y tus cruces, tus idas y mis vueltas.
El vuelo que despega y se aleja al soplar al león con un poco de amor y algo de dolor.
Como cuando subís y bajas,
como cuando no se si estas,
como cuando la música te llama,
como cuando duele un poquito mirar.
Y que duela, que arda y que lluevas.
Porque son los maravillosos dolores de quererte.
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