domingo, 18 de mayo de 2014

Porque yo también fui equilibrista.

Equilibrista me gusta llamarte cuando me dices que volvió a golpearte, porque caminas sobre la cuerda de un circo que tu agresor armo para que todo se viera perfecto y hermoso, para que las sonrisas complacientes nunca se acabaran, pero llega la noche y mientras todos duermen vos seguís caminando sobre esa cuerda con ganas de terminarla y la ves infinita comparada con tu pequeño cuerpo de terciopelo que ya no tiene lugar para guardarse los dolores, al que ya no le entran moretones. 
Trataste de gritar y nada, trataste de golpear y solo recibiste golpes mas duros, trataste de hablarlo pero nadie pudo hacer nada por tu pequeña piel de algodón y no importo cuan fuerte creíste que te estaba pegando, siempre habría a la vuelta de la esquina un golpe aun mas doloroso y sin razones, siempre habría una palabra asquerosa para describir tu alma ¡Como si tu cuerpo estuviese hecho de millones de porquerías que la gente arroja sabiendo que jamas volverá a necesitar! Tu piel se resquebraja nuevamente todos los días con el nacer del amanecer y te encuentras pálida sobre la cama juntando sola tus propios pedazos y pegándolos con las pocas sonrisas reales que te quedan, tratando de seguir sobre esa cuerda floja en la cual te metieron y te da tanto pánico caer que sigues y te ves tambaleando pero pones de nuevo tu pie frente al otro y miras al frente con la mirada de quien aun quiere seguir peleando y sin embargo cuando crees que ya es el final y nadie puede parar tus pasos...
la cuerda se mueve con furia.
Y caes...
y te quiebras...
y te dices que es tu culpa...
te escupes...
te ves rota, sangrando...
tus pasos se han detenido...
tu alma se ha corrompido como tantas veces ha ocurrido...
ya no quedan ni si quiera sonrisas falsas para ofrecer...
tienes la mirada perdida...
y dentro tuyo hay un "No, yo no quiero esto", hay un "Por favor, mírame", pero no hay como soltarlo, no hay a quien entregárselo, no hay quien quisiera en la faz de la tierra ayudarte, piensas, y luego lloras mientras te besas las heridas haciéndolas mas profundas, sangrando mas porque nadie te enseño que esa no es la verdadera cura, y el suelo solo te parece mas duro y frió cada vez que caes mas seguido, y sos vos la única mujer bella y fuerte que puede terminar de caminar esa cuerda para salir del Circo de mentiras y dejar de ser la equilibrista que sangra en cada paso, con cada grito y cada golpe...
ya es tiempo de renunciar.


Carta para la equilibrista que me recuerda a mi misma, la que sangra lagrimas y llora penosas gotas de sangre, para aquella que quiere gritar y le cierran la boca de un golpe...
para aquella que quiere dejar de ser una equilibrista y salir de la cuerda floja.

 

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