viernes, 9 de septiembre de 2016

Llévame a ese momento etéreo de nuevo.

Perdona si te he ahogado. Quizás haya herido a tu sombra y en aquellos días te haya hecho enojar, tal vez te puse nervioso con mi indecisión, con mis dolores estúpidos, con mis suicidios imaginarios, con el amor tan enorme que te tengo.
Tal vez no sirva de nada decirlo, pero desde el primer momento sentí como el agua subía, el fuego comenzaba a quemar mis pies, como el viento hacia que mi pelo tapara mis ojos, sentí la lluvia arder, los pájaros gritar, el chirrido de autos lejanos, estrellas apagándose y volviendo a nacer, nubes coloridas, enormes, un canto débil, una canción de despecho en la radio y después de vos...
y después de vos un campo, tierra mojada, lluvia, amor, una mirada, una canción de amor, lenta, lenta, lenta... sabor a melancolía, besos salados, abrazos de media hora de silencio después de mantener una charla sobre la soledad. Sentí que esos abrazos eran parte de mi imaginación, pero al otro día ese pedacito de mi que sentí nacer de nuevo seguía estando ahí, me habías sanado el corazón a base de abrazos y atención en tan solo una noche de amor real.
No quiero a nadie mas al lado mio, solo necesito de tus palabras, de tu valentía y de tu mano agarrada firmemente a la mía, eso para siempre, decime que es para siempre y yo simplemente viviré para que ocurra. Sin vos, yo tampoco, esa siempre fue mi religión.





No hay comentarios:

Publicar un comentario